Antes de empezar, conviene aclarar que la alergia al sol, como tal, no existe. Esta expresión tan llamativa es la forma popular de referirse a un conjunto de erupciones cutáneas que aparecen al exponerse a la luz solar o artificial. Lo que se conoce coloquialmente como alergia al sol es, en realidad, la fotodermatosis, un conjunto de enfermedades en las que predomina la fotosensibilidad patológica, cada vez más frecuente entre la población, sobre todo en verano, cuando la exposición al sol es mayor.
Las reacciones cutáneas incluidas en la fotodermatosis se producen por una respuesta anómala de la piel ante la radiación ultravioleta, la luz visible y la radiación infrarroja. Pero, si no estamos ante una alergia real al sol, ¿por qué se la denomina así? Esto se debe a que, al igual que ocurre en una alergia, esta aparece como resultado de una exposición a un alérgeno, y en este caso el alérgeno sería la radiación ultravioleta.
Tipos de fotodermatosis
Con alteraciones diversas y causas múltiples, existen fotodermatosis de origen desconocido, hereditarias o producidas por determinados medicamentos o sustancias que genera nuestro organismo de forma natural. A continuación, explicamos las tres más comunes.
- Erupción polimorfa solar. Provocada por las radiaciones UVA y UVB (ambas ultravioletas), esta fotodermatosis es la más frecuente. Aparece de forma repentina después de las primeras horas de exposición al sol, en los meses de primavera y verano. Lo hace en zonas que no están acostumbradas a la exposición, como el escote, los hombros, los brazos o las piernas. Las zonas que suelen estar todo el año expuestas al sol, como las manos o la cara, no suelen verse afectadas. Es una afección habitual en mujeres jóvenes y produce lesiones granulosas rojizas que, además, pican.
A medida que avanza el verano, se van atenuando sus efectos, pero vuelven a aparecer al año siguiente en las mismas zonas. El tratamiento consiste en protegerse con ropa y sombreros o aplicar fotoprotectores. Si el cuadro que presenta el afectado es grave, pueden administrarse antihistamínicos e, incluso, antiinflamatorios.
- Urticaria solar. La principal diferencia con respecto a la anterior radica en que no se presenta únicamente en verano, sino en cualquier época del año, y además puede hacerlo ante luces artificiales, como las de cabinas de bronceado. A los pocos minutos de la exposición aparecen picores, enrojecimiento y habones (ronchas), unas lesiones que desaparecen en menos de 24 horas.
Más común en mujeres que en hombres, su tratamiento recomendado consiste en aumentar la protección solar con prendas de vestir que lleguen a cubrir toda la piel y en evitar la exposición a la luz visible. No hay una causa identificada, pero se trata de una respuesta inadecuada o exagerada del sistema inmune.
- Fotosensibilidad por medicamentos. Los fármacos que más frecuentemente lo pueden provocar son los antibióticos, los antiinflamatorios y los diuréticos. En relación con los medicamentos, podemos establecer un par de efectos: la fototoxia y la fotoalergia.
- La Fototoxia es más frecuente sobre todo en personas polimedicadas y es consecuencia de la absorción de la radiación solar de ciertas sustancias químicas. Las lesiones que provoca son similares a una quemada solar exagerada. Por ejemplo, antidiabéticos orales o antihipertensivos pueden provocar que la persona que los toma sea más sensible al sol y se queme con más facilidad en verano. En este caso, la mayoría de los fármacos citados reaccionan con la radiación ultravioleta y pueden causar lesiones cutáneas rojizas y eccematosas acompañadas de picor, escozor y pigmentación residual en las zonas expuestas.
- Fotoalergia: algunos fármacos como los antiinflamatorios no esteroides y algunas sustancias con efecto fotoprotector pueden modificar su estructura con la radiación solar, convertirse en alérgenos y provocar lesiones cutáneas
Por su parte, en la fotoalergia, fármacos como los antiinflamatorios no esteroideos y algunas sustancias con efecto fotoprotector pueden modificar su estructura con la radiación solar y convertirse en alergénicos.
La prevención, clave
Si eres especialmente sensible a la exposición solar, puedes prevenir la reacción siguiendo estos pasos:
- Evitar el sol durante las horas pico. Intenta mantenerte fuera de su alcance entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde.
- Usar gafas de sol y ropa protectora. También es importante que uses protector solar de amplio espectro, con un FPS de, al menos, 30. Aplícalo generosamente y vuelve a ponerte crema cada dos horas, o más a menudo si estás nadando o sudando.
- Evitar una exposición desmesurada a luz solar. Muchas personas experimentan síntomas de alergia solar cuando se exponen de manera repentina y después de mucho tiempo sin hacerlo. Por eso, aumentar gradualmente la cantidad de tiempo que pasas al aire libre para que las células de tu piel tengan tiempo de adaptarse a la luz solar resulta un muy buen hábito.
Cada persona presenta una sensibilidad distinta respecto a la exposición solar (o artificial) y a los posibles efectos nocivos que pueda desencadenar para la salud. Si presentas algunos de los síntomas descritos anteriormente y crees que eres alérgico al sol, consúltalo con un especialista.
Dra. Claudia Pueyo
Directora médica adjunta