“Estoy estresado, tengo mucha ansiedad, hace días que estoy muy nervioso y no puedo evitarlo”. Son afirmaciones que todos hemos sentido a menudo e incluso también es posible que alguno de nosotros haya experimentado estas sensaciones en la propia piel.

La ansiedad y el estrés son una realidad con la que convivimos en nuestro día a día, más habitual en entornos urbanos y en personas que trabajan en servicios, pero que cada vez se extiende más a cualquier tipo de entorno y de actividad laboral. Las preocupaciones laborales, familiares, de salud, el ritmo de vida, el alto nivel de autoexigencia y de exigencia social, así como otros muchos elementos nos generan un estado de ánimo que identificamos como ansiedad. Los síntomas más habituales son una alta expectación, sentimientos de que pasará algo negativa, cansancio físico y psíquico, dificultades para concentrarse, insomnio, irritabilidad y tensión muscular entre otras. Afecta a muchas personas. Según la OMS, aproximadamente un 25% de la población estará afectada por un trastorno de ansiedad en algún momento de la vida.
Las consecuencias de la ansiedad afectan a muchas áreas de la vida de las personas. Son evidentemente un factor que deteriora nuestra la salud, cuando nos afectan otras enfermedades relacionadas con la tensión arterial, enfermedades del corazón, dolor crónico, articulaciones y musculatura,… Dicho de otra manera, ante un estado de salud delicado, la ansiedad es un factor de empeoramiento bastante habitual.
También afecta a nuestras relaciones familiares, de pareja, sexualidad y relaciones sociales. La ansiedad dificulta nuestra relación con el entorno, complica el desarrollo de conductas adecuadas para tener éxito en multitud de interacciones cotidianas que nos permiten vivir en sociedad. Cuando esto pasa las personas sufrimos porque la relación con los otros es algo muy importante y necesario para ser felices.
Para reducir la ansiedad y evitar que nos pase factura, es aconsejable seguir unos cuantos consejos prácticos que nos permitan mejorar nuestro estilo de vida, comprobando que con unos pequeños cambios en nuestra cotidianidad podremos obtener resultados muy gratificantes.

10 consejos para evitar la ansiedad

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Aprender a respirar
La respiración es una acción que nuestro cuerpo hace de forma automática, refleja, sin necesidad de pensar al hacerlo. Pero debido a esto, a menudo no lo hacemos bien. Respirar mal afecta además de a la ansiedad, a la circulación, a la digestión, a la musculatura,…

La buena respiración es la que lleva el aire hasta la parte inferior de nuestros pulmones. Tiene que ser lenta y profunda tanto al inspirar como al expirar. Si dedicamos cada día un rato a hacer la respiración de forma correcta, lo notaremos con resultados a corto plazo, pero también a largo plazo porque aprenderemos a hacerlo bien de forma automática.
Para empezar lo podemos hacer a diario, por la mañana al levantarnos y al atardecer antes de ir a dormir. También lo podemos practicar en momentos del día especialmente tensos y así aprender a utilizarlo en infinidad de situaciones.

Activar la mente
A menudo, el día a día nos lleva a hacer cosas habituales y sin especial interés para nosotros entrando en aquello que llamamos rutina. Nos cuesta entonces salir de esta rutina y disfrutar de momentos especiales y satisfactorios.
Es bastante común tener muchas cosas en la cabeza que queremos hacer y no hacemos por pereza, falta de tiempo o desmotivación. Hay que activarnos y hacer cada día algo que haga tiempo que queremos hacer y no hacemos. No hace falta que sean cosas muy complejas, a menudo sólo quedando con un amigo, o pasando un rato con la familia, o prepararnos una comida especial o paseando al perro o jugando con el gato, podemos disfrutar de momentos que son muy agradables y que los dejamos escapar por falta de tiempo.

Ejercitar el cuerpo
La actividad física, el deporte, el ejercicio son grandes desestresantes. Es necesario andar o practicar un deporte, o ir al gimnasio o cualquier actividad física que nos guste y mejor si se puede hacer al aire libre. Después de realizar esfuerzo físico, las preocupaciones son menos importantes, se reduce el estrés, el exceso de agresividad y frustración, aumenta la sensación de bienestar físico y emocional, mejora el sueño y mejora la concentración.
Se aconseja hacer ejercicio físico al menos 3 días por semana, pero lo que es ideal es que sea un poco cada día, aunque no sea más que andar 15 minutos, un paseo en bici o unos pequeños ejercicios de psicomotricidad en casa, porque de esta manera descargamos tensiones cada día y evitamos acumularlas de forma constante.

Organizar nuestra vida
Habitualmente las personas tenemos muchas “cosas que hacer”. Ya sea en la actividad laboral, en la vida familiar, o con compromisos sociales, el caso es que a menudo tenemos en la cabeza multitud de obligaciones que recordar. Muchas de estas obligaciones no tienen porque suponer un problema, e incluso pueden ser cosas esperadas y deseadas, pero su acumulación nos provoca cierto desconcierto que puede llegar a provocar ansiedad.
Cuando no recordamos una cita, o dejamos un trabajo sin hacer, o bien tenemos la sensación de que no podemos llegar a todo, es muy útil organizar las diferentes actividades de nuestra vida, utilizando una agenda, un calendario en la nevera, un bloc de notas donde nos vamos anotando las tareas a hacer y las tachamos cuando ya están hechas. Todas ellas son herramientas útiles para dar un cierto orden a nuestras vidas y recuperar un equilibrio que nos ayudará.

Decidir la información que queremos recibir
La información sobre lo que pasa alrededor nuestro es muy importante, nos mantiene orientados en nuestro entorno y nos ayuda a vivir. Pero también es cierto que en nuestra sociedad la información nos intoxica. Recibimos mucha información a través de los medios de comunicación, compañeros de trabajo, amigos y familiares sobre temas sociales o personales.

Si bien es cierto que necesitamos estar informados, hay que reconocer que hay informaciones que no nos aportan nada, ni a nivel personal ni a nivel social. A menudo los medios nos bombardean con conflictos, problemas y dificultades que repiten constantemente hasta que nos acaban provocando ¿un disgusto?. Muchos de estos temas no nos tendrían que afectar tanto porque la mayoría de nosotros no podemos hacer nada al respecto. Con algunas personas de nuestro entorno puede pasar algo similar. Son personas que sólo nos aportan información negativa, no hay nunca buenas noticias.
Bien, pues por todo esto, aprender a elegir qué queremos saber y qué no resulta muy importante. Los diarios y las noticias nos aportan información, pero nosotros deberíamos decidir cómo queremos estar informados, y buscar aquellos temas que nos interesan, no aquellos que salen en las portadas.
Con las personas sucede lo mismo. Deberíamos huir de aquellas personas que sólo nos aportan negatividad, que absorben nuestra energía positiva. Es bueno que nos rodeemos de personas que nos aportan valores, emociones positivas y que nos ayudan a crecer como personas.

Estos primeros 5 consejos, aunque son de sentido común y sencillos de aplicar, nos serán muy útiles para mejorar y reducir la ansiedad. Aunque a veces pensamos que no tenemos tiempo o que no sabemos cómo hacerlo, si lo practicamos y convertimos estas acciones en hábitos cotidianos, notaremos los cambios y lo agradeceremos en poco tiempo.

En un próximo artículo os hablaremos de más técnicas para evitar la ansiedad que os serán muy útiles.

Quique Gómez

Psicólogo Grup Atlàntida

Tutor de estudios de Psicologia Universitat Oberta de Catalunya