Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) afectan principalmente a las mujeres y a los adolescentes de etapa media/tardía y además cada vez están más presentes entre la población, sobre todo de los países desarrollados.

Los TCA se caracterizan por patrones de conducta o pensamientos disfuncionales respecto a la alimentación, la figura o el cuerpo, y se ven implicados aspectos biológicos y ambientales, siendo protagonizados por las siguientes características:

  • Conductas compulsivas
  • Pérdida del control
  • Continuidad de la conducta a pesar de las consecuencias negativas

¿Cuándo acostumbran a darse estos trastornos?

Los trastornos de la conducta alimentaria son considerados de causes multifactoriales que podemos clasificar en:

  • Factores individuales: ser muy autoexigente y perfeccionista, ya que no pueden sentirse bien hasta que no consiguen sus objetivos rígidos y obsesivos. Tener una baja autoestima, ser adolescente y sobre todo del sexo femenino. Además, hay factores genéticos implicados que aumentan la posibilidad de un diagnóstico de TCA.
  • Factores interpersonales: ya sean del círculo social o familiar. Pueden ser situaciones estresantes y/o experiencias problemáticas.
  • Factores socio-culturales: el deseo de ser más delgado se ha convertido en una condición para la aceptación social que genera sentimientos ansiosos y alimenta la presión para conseguir las tallas deseadas. Esta situación, además, se ve amplificada por el uso de las redes sociales ya que nos permiten mostrarnos al mundo de la manera que nos gustaría ser, generando una realidad ficticia que fortalece rígidamente las exigencias de los individuos sobre las apariencias físicas.

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¿Qué señales de alarma se han de tener en cuenta?

El conocimiento y la identificación de las señales de alarma es importante para una evaluación del caso específico, un diagnóstico concreto y la aplicación de un tratamiento pertinente. Es por eso que es de vital importancia sensibilizar a las familias y a los educadores para la detección de la aparición de estas señales y poder acudir a los especialistas.

Conducta alimentaria:

  • Interés exagerado por el valor nutricional de los alimentos.
  • Cambio en los gustos alimentarios. Empiezan a interesarse por alimentos dietéticos y desarrollan aversión a las comidas que no lo son.
  • Cambio en la velocidad de ingesta. En el caso de la anorexia disminuye la velocidad y en el caso de la bulimia aumenta.
  • Supresión de las comidas sociales.
  • Cerrarse en el baño después de cada comida.

Relacionadas con las emociones.

  • Cambios en el estado de ánimo. Al principio del desarrollo del trastorno manifiestan felicidad y alegría cuando consiguen sus objetivos, pero después aparece la alteración emocional con tristeza, depresión, ansiedad, irritabilidad…
  • Dificultades en el reconocimiento de las emociones.
  • Respuesta enfadada u ofensiva cuando alguien se refiere a su manera de comer, a su peso, o a su imagen corporal.
  • Disminución de las relaciones sociales.

Relacionadas con el cuerpo:

  • Aumento de interés y observación excesiva de las formas corporales de los demás y de la suya propia.
  • Cambios en el peso corporal.
  • Mucha atención en la forma de vestir ya que intentan esconder la imagen corporal con jerséis amplios, evitando la ropa ligera.

Aspectos psicopatológicos.

La ansiedad se encuentra presente desde el inicio del trastorno de la conducta alimentaria debido a las relaciones cognitivas que establece la persona como el miedo a engordar que acaba convirtiéndose en una fobia, la valoración crítica de su cuerpo y la pérdida de autoestima, además, las presiones sociales y familiares una vez se diagnóstica el trastorno pueden empeorar esta ansiedad.

Por otro lado, también son presentes algunas alteraciones afectivas como la depresión. Esta aparece como síntoma secundario al estrés, a la pelea constante contra ellos mismos o a las condiciones restrictivas que los empujan a sentimientos de inutilidad.

Los trastornos más comórbidos son los obsesivos. Las personas con trastorno de la conducta alimentaria desarrollan pensamientos obsesivos que derivan en conductas ritualistas con el objetivo de disminuir la ansiedad, estas conductas ritualistas coinciden en muchos casos con las señales de alarma descritas más arriba.

¿Cómo se diagnostican los TCA?

En el caso de detección de algunas señales de alarma por parte de la familia o escuela, es importante acudir a los profesionales.

Primeramente, mediante una entrevista al paciente y a los padres en caso de ser menor, se recogen datos como el motivo de consulta, la definición del problema, relaciones familiares e historia personal y familiar. Seguidamente se realiza la exploración psicopatológica con tal de obtener elaborar la historia clínica. Finalmente, siguiendo los criterios diagnósticos de los manuales DSM-V y CIE-10 y del criterio clínico se delimita el diagnóstico.

Posibles tratamientos.

El tratamiento para un trastorno de la conducta alimentaria ha de tener tres vertientes principales. Por un lado, los aspectos físicos relacionados con el peso y su regulación, por otro lado, los aspectos nutricionales para una educación de la conducta alimentaria y finalmente los aspectos psicológicos, tanto individuales como sociales. Dentro de los sociales hemos de tener muy en cuenta el papel de la familia, ya que el núcleo familiar también sufre el trastorno, por tanto, ha de formar parte del tratamiento.

Según las investigaciones de los últimos años la terapia cognitivo-conductual (TCC) es la que da mejores resultados para trabajar los factores implicados en la motivación y el mantenimiento del trastorno, aún así, es necesaria la intervención interdisciplinaria para cumplir con las vertientes de las que hablábamos.

La TCC se basa en técnicas conductuales y reestructuración cognitiva para trabajar todos aquellos pensamientos disfuncionales que caracterizan el trastorno. Podemos diferencias tres etapas:

  1. Técnicas de autocontrol para modificar la alimentación
  2. Material psicoeducativo para la reestructuración cognitiva
  3. Preparación del paciente para el final del tratamiento. Recuperación de forma más autónoma y evitar recaídas.

En definitiva, consideramos importante la visibilización del problema debido a la alta prevalencia entre la población y la gravedad que comporta sufrir un trastorno de la conducta alimentaria. La atención temprana es de vital importancia para un mejor pronóstico del trastorno, ya que los TCA van acompañados de alteraciones médicas y psicológicas que pueden dar como resultado secuelas irreversibles. El factor tiempo en el diagnóstico del trastorno es muy importante para evitar la cronicidad.

Por Raquel Vilches, del equipo de psicólogos de Dependentia